Los Feminismos y la Agenda Global de Desarme Nuclear
24 de junio, 2023
Hace casi ochenta años, las detonaciones en Hiroshima y Nagasaki le mostraron al mundo las devastadoras consecuencias de las armas nucleares. Por eso, la primera resolución de la Organización de las Naciones Unidas incluyó la creación de una Comisión dedicada a la eliminación de las armas atómicas, con lo que inició la construcción de una agenda global dedicada al desarme nuclear. Pero lo que poca gente recuerda es que el siglo XX vio el inicio de la participación de las mujeres, tanto en los enfrentamientos, como en el activismo pacifista. Un ejemplo concreto son las agrupaciones como la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (WILPF) fundada en 1915. Para 1948, las mujeres ya tenían la experiencia en combate, adicional a la histórica condición de víctimas o de subordinación; y además su concientización política y su incursión en el espacio público las familiarizó con ideas de solidaridad internacional y de protección a víctimas de la guerra.
Los feminismos conocen la guerra desde lo conceptual, desde el campo de batalla y desde la condición de víctimas de las múltiples violencias que las afectan desproporcionadamente durante los conflictos armados.
Los feminismos comprenden una extensa variedad de enfoques, teorías, prácticas y paradigmas. Es complejo estudiarlos sin tomar en cuenta el concepto de interseccionalidad y los distintos contextos en los que se enmarcan. Sin embargo, comparten como objetivo la búsqueda de la igualdad de género y la eliminación de las estructuras, sistemas y prácticas y que perpetúan formas de opresión y discriminación, particularmente hacia las mujeres. Como mujer feminista, funcionaria y firme convencida de la causa del desarme, es no solo un privilegio sino también una obligación que asumo con enorme placer, conmemorar este Día Internacional de las Mujeres en la Diplomacia compartiendo algunas líneas sobre el papel que tienen en la agenda global de desarme nuclear.
Como hemos dicho, el vínculo entre el desarme nuclear y los feminismos no es algo nuevo. Sus contribuciones han informado los esfuerzos internacionales por comprender las catastróficas consecuencias humanitarias de cualquier uso de armas nucleares, y han aportado elementos conceptuales para explicar la relación entre el leguaje, el discurso y los conceptos de “masculinidad” empleados para adoptar y justificar doctrinas de defensa, militarización y dominio, con lo que hemos comprendido mejor las relaciones hegemónicas entre los Estados poseedores y no poseedores de armas nucleares.
En los foros multilaterales, la perspectiva de género ha sido incorporada a la agenda desarmista de formas distintas a lo largo del tiempo, a través de varias resoluciones, convenciones y tratados. Algunos ejemplos son: la Resolución 1325 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que menciona el papel de las mujeres en los conflictos armados y promueve la participación de las mujeres en la prevención y resolución de conflictos y la consolidación de la paz; la resolución "La mujer, el desarme, la no proliferación y el control de armamentos" de la Asamblea General de las Naciones Unidas; la Agenda para el Desarme del Secretario General de Naciones Unidas; el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares y la “Estrategia de educación para el desarme” de la Oficina de Asuntos de Desarme de las Naciones Unidas (UNODA), publicada apenas en marzo de 2023.
Los planteamientos más recientes sobre el vínculo entre el desarme nuclear y los feminismos, consideran, por lo general, tres aspectos principales: 1) la falta de diversidad en los foros, espacios y niveles de decisión, particularmente la subrepresentación de mujeres; 2) el impacto desproporcionado de las armas nucleares en mujeres y niñas y; 3) la carga discursiva que rodea a las armas nucleares. La perspectiva de género ya es parte integral de la agenda global de desarme.
La “política exterior feminista” es una ventana de oportunidad para continuar abonando a esta causa con un enfoque diferente de las relaciones internacionales. Si bien no existe una definición consensuada de lo que constituye una política exterior feminista, y su diseño e implementación varía según los objetivos y lineamientos de cada país, en el caso de México ésta se define como el “conjunto de principios que buscan, desde la política exterior, orientar las acciones gubernamentales para reducir y eliminar las diferencias estructurales, brechas y desigualdades de género con el fin de construir una sociedad más justa y próspera”. Desde que Suecia adoptó una política exterior feminista, en 2014, e incluyó la paz y la seguridad como uno de sus objetivos, un grupo creciente de países han anunciado orientaciones similares: Canadá en 2017, Francia en 2019, México en 2020, España y Luxemburgo en 2021, y Alemania, Chile y Colombia en 2022. Con ello, estos países se han atrevido a considerar un enfoque distinto de las relaciones internaciones que desafía el statu quo y aspira a transformar el ejercicio de la política exterior.
Algunas personas podrían ser más escépticas sobre la viabilidad o éxito de una política exterior feminista, pero no desde la óptica mexicana. Hace 60 años, por iniciativa de México, un grupo de países aceptó desafiar el status quo del sistema internacional de ese momento. Al hacerlo, se alteró irreversiblemente el rumbo de la agenda global del desarme nuclear y se creó uno de los elementos fundamentales de la agenda desarmista: la primera zona libre de armas nucleares en una región densamente poblada del planeta. Esta afrenta se consignó en el Tratado para la Proscripción de las Armas Nucleares en la América Latina y el Caribe, mejor conocido como el Tratado de Tlatelolco. Orgullo de la tradición diplomática mexicana y de la región, el Tratado de Tlatelolco fue el punto de partida para el establecimiento de otras cuatro zonas desnuclearizadas, las cuales engloban a 116 Estados, y gracias a lo cual más de la mitad del planeta se mantiene libre de estas armas.
El Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN), al que ya hicimos referencia, es un ejemplo más en el que un grupo reducido de países, incluido México, se atrevió a desafiar la norma establecida. Este Tratado, adoptado en 2017 y que entró en vigor en enero de 2022, resolvió por fin la larga ausencia de un instrumento jurídicamente vinculante que prohibiera la existencia y uso de las armas nucleares. Este Tratado debe en gran parte su existencia a los feminismos, no sólo por deberse en gran medida a las mujeres que lo propusieron y participaron en su negociación y para su pronta entrada en vigor, sino también porque es el primer tratado internacional que aborda la amenaza de las armas nucleares con perspectiva de género.
El camino hacia el desarme nuclear seguirá siendo largo y difícil. No obstante, la perseverancia de los enfoques disidentes ha rendido frutos, por lo que es necesario reconocer las contribuciones que los feminismos han aportado en esta agenda. Más aún, es momento de reconocer a todas las mujeres en la Diplomacia que han participado y continúan participando, convencidas de la necesidad del desarme nuclear y de todo tipo, trabajando tenazmente pese a sus retos particulares y las injustas disparidades que prevalecen en su profesión.
La mesa está puesta para que, como hace 60 años, nos atrevamos a esbozar alternativas orientadas hacia la igualdad, la prosperidad y la sostenibilidad de nuestra estancia en el planeta. Los feminismos y las aportaciones de las mujeres no pueden faltar para lograr nuestro objetivo: un mundo libre de la amenaza existencial que representan las armas nucleares.