24 de junio, una fecha para avanzar en la agenda de las mujeres
Embajadora Luz Elena Baños Rivas*
La diplomacia ha sido históricamente una profesión ejercida, en su mayoría, por hombres, tendencia que aún no alcanza el equilibrio 50/50. Esta masculinización ha marcado, por ende, rasgos también patriarcales en los perfiles de actuación diplomática. En este contexto la Resolución 76/279 de Naciones Unidas resulta muy pertinente porque reconoce la relevancia del trabajo de las diplomáticas y lo empodera.
En la diplomacia y en otros ámbitos, las mujeres enfrentan retos similares que van desde valoraciones sexistas hasta rechazos activos o pasivos a sus liderazgos. De entrada, las mujeres tienen que comprobar fehaciente y constantemente sus capacidades intelectuales y gerenciales; son calificadas con dureza y, a menudo con estándares superiores que los utilizados para los colegas hombres, con quienes se suele tener una reiterada tolerancia. La apariencia física, incluida la estatura, el peso y la edad, juegan un papel destacado en la discriminación hacia las mujeres y en la sub valoración de su talento, su preparación y sus capacidades.
La decisión de Naciones Unidas de visibilizar el papel de las diplomáticas es relevante porque como todas las mujeres, ellas también enfrentan obstáculos considerables porque en el fondo, los cánones en los que se arraiga el trato a las mujeres tienen basamentos semejantes y operan con lógicas similares. Esta realidad es la que hay que cambiar; este modus operandi es el que hay que desarticular; estas raíces profundas escondidas en falsos supuestos son las que hay que cortar de manera definitiva.
Construir referentes como esta resolución, permite unificar criterios generales de actuación y facilitar la toma colectiva de conciencia, particularmente para nutrir a los diversos actores que participan en los escenarios determinados en los que la vida de las mujeres es acotada sistemáticamente a un segundo plano.
Existe la percepción de que la diplomacia tiene muchos privilegios y que los que trabajan en ese campo tienen una vida cómoda, sin embargo, para las mujeres es una profesión desafiante, que suele tener altos costos personales, pero sobre todo familiares. A diferencia de los hombres, que han contado con un apoyo casi natural de sus parejas, las diplomáticas deben superar dobles retos, los profesionales, relativos a la presencia laboral mayoritaria de hombres, y los retos sociales, culturales, educativos y familiares, que afectan a sus parejas, hijas e hijos.
En el fondo, durante siglos, la diplomacia ha sido una profesión altamente masculina y ha operado en esa lógica. Por fortuna, eso ha ido cambiando notoriamente, sobre todo, en los países que tienen una política exterior feminista. El 12 de junio de 2023, Chile se sumó a esa ola, adoptando una política exterior feminista que pone en el centro de las políticas públicas a la igualdad de género. Políticas como esa, impulsan el avance de las mujeres como parte de la progresividad de los derechos humanos y el fortalecimiento de la democracia con lo que se les empodera al buscar una mayor representación en todos los ámbitos, en particular en aquellos donde todavía la igualdad sustantiva de género está lejos de lograrse, como en la diplomacia.
Tener una mayor representación implica no sólo aumentar el número, sino además promover sostenidamente el aumento de su presencia en cargos de alto nivel, en especial en los que se toman decisiones. En la Organización de los Estados Americanos, por ejemplo, menos de la cuarta parte de los jefes de misión son mujeres, situación que se repite de manera similar en otros espacios diplomáticos, como las titularidades de los ministerios de relaciones exteriores. En ese sentido, celebramos la designación de Alicia Bárcena como secretaria de relaciones exteriores de México, que se une a un grupo pequeño de mujeres que encabezan las cancillerías de nuestra región.
La política exterior feminista de México ha sido un valioso catalizador para fortalecer las posiciones vanguardistas de nuestro país. En el ámbito multilateral ha facilitado los procesos de negociación y la solidez de su fundamentación conceptual y ha abierto el camino para animar a otros países a construir procesos similares en los que las diplomáticas juegan un papel central no solo como negociadoras sino como destinatarias mismas de esas políticas públicas.
En la interlocución con países donde las mujeres aun no cuentan con facilidades para ser parte de la conducción de la vida pública, las políticas exteriores feministas son un mensaje poderoso para la reflexión y la invitación a sus gobiernos a mirar esos referentes, además del efecto positivo para convencer a las propias mujeres del valor y la fuerza transformadora de su talento y sus altas capacidades para desarrollar cualquier profesión a la que se quieran dedicar.
El fuerte compromiso que las mujeres suelen imprimir a su ejercicio profesional, su interés por sumergirse en los procesos interculturales y su resiliencia ante los retos hacen a las mujeres excelentes candidatas para ser diplomáticas, ojalá cada vez ingresen más mujeres a los servicios exteriores para que la diplomacia se enriquezca con su presencia.
Junio, 2023
*Luz Elena Baños Rivas. Embajadora de carrera. Ingresó al Servicio Exterior Mexicano (SEM) el 1 de diciembre de 1986 con nombramiento por artículo 13 de la Ley del Servicio Exterior Mexicano. Ingresó al SEM de carrera el 1 de abril de 1994. Es Representante Permanente de México ante la Organización de los Estados Americanos.
Licenciada en Relaciones Internacionales (UNAM/Mención honorífica). Maestra en International Service (American University, Washington D.C.) y Maestra en Defensa y Seguridad Hemisférica (Universidad del Salvador, Buenos Aires, Argentina, programa compartido con el Colegio Interamericano de Defensa/Mención honorífica, de la OEA). Curso Superior de Defensa y Seguridad Hemisférica (Especialidad), en el Colegio Interamericano de Defensa de la OEA/graduada con honores.
Autora de ensayos y artículos sobre sistema interamericano, América Latina, cooperación internacional, diplomacia pública, diplomacia cultural y participación ciudadana en política exterior.