La mujer diplomática en México: igualdad o equidad de género

Judith Arrieta Munguia

Ministra del Servicio Exterior Mexicano.

Actualmente es Cónsul Adscrita en el Consulado de México en Brownsville, y ha estado adscrita a las misiones de México ante la ONU en Nueva York, ante Organismos Internacionales en Ginebra, y ante la Unión Europea en Bruselas, además de las embajadas en India y Argentina.

Es Doctora en Ciencia Política por la Universidad de Belgrano; Internacionalista por El Colegio de México.

El pasado 4 de julio la recién designada Secretaria de Relaciones Exteriores Alicia Bárcena dio un saludo a todo el personal de la SRE con un nuevo estilo de liderazgo inclusivo y orientado a resultados.

En un mensaje cálido y franco, la Secretaria Bárcena dejó ver su postura a favor de las mujeres diplomáticas en al menos tres puntos: recordó que se trata de la cuarta vez que una mujer encabeza esta secretaría, luego de que Rosario Green fuera designada en 1998 como la primera canciller mexicana. De igual manera, denunció el techo de cristal que aún existe -25 años después- para que las mujeres diplomáticas asuman titularidades; y en este sentido, ofreció aplicar la política exterior feminista que México adoptó en el 2020.

Más aún, como muestra de su reconocimiento a las mujeres dentro y fuera del Servicio Exterior mexicano (SEM) -al que también revaloró como un bastión de la política exterior mexicana y a su vez a ésta, como política de Estado- saludó la presencia de la Subsecretaria del Ramo Carmen Moreno Toscano -primera mujer designada embajadora eminente-, acompañada de las titulares del AMEXCID –recién propuesta como Subsecretaria para América Latina y el Caribe- así como del Instituto Matías Romero (IMR) y de la Dirección General de Protocolo.

En esta nueva etapa y de cara al año y medio que durará la gestión de la Canciller, vale la pena recordar algunos parteaguas que han permitido apuntalar a las diplomáticas mexicanas y preguntar si es suficiente impulsar la igualdad de género, o si se requiere de acciones afirmativas que aceleren este camino. Es decir, sumar el componente de justicia social a la igualdad, y retomar el enfoque de equidad de género que en los países más desarrollados quedó atrás pero que, en la cultura política y social mexicana, con estereotipos que aún denigran a la mujer, es aún necesaria.

 

La trayectoria de México a favor de la mujer: al frente del Sur Global pero tan lejos de la igualdad sustantiva

Más allá de las políticas públicas y legislación que se ha ido forjando en México a favor de las mujeres, destacan tres políticas recientes del gobierno de México que han tenido un impacto a favor de las diplomáticas mexicanas.

Por un lado, la adopción de una política exterior feminista en 2020, bajo el liderazgo de la entonces Subsecretaria para Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos, marcó sin duda un nuevo paradigma. Inspirada en las políticas adoptadas por Suecia (2014), Canadá (2017) y Francia (2019), esta nueva cara de la política exterior mexicana comenzó a tomar forma durante 2019 con apoyo de senadoras, mujeres del SEM y de Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC). 

El hecho que se optara abiertamente por una política exterior “feminista” y no por una política exterior de género, retoma la convicción de aquellos países que decidieron mantener a la mujer como su eje, dada la gran brecha que aún existe frente al liderazgo masculino en el quehacer internacional. Con ello, México se colocó a la cabeza del Sur Global y pronto le siguieron otros países: España, Luxemburgo y Alemania en 2021; así como Países Bajos, Colombia, y Chile en 2022. 

Un estudio en curso de El Colegio de México revela que desde 2020, solo el 30% de las mujeres del SEM ocupan puestos de embajadora, cifra que se mantiene sin mayores cambios desde 2019.

Un segundo hito fue la copresidencia México-Francia del Foro Generación Igualdad en 2021, a 25 años de la Plataforma de Acción de Beijing. Esta tuvo que superar diversos retos, además del Covid-19, para lograr su lanzamiento en marzo en México y su cierre en julio en París. 

En este Foro se estableció de nueva cuenta el liderazgo feminista como uno de los tres principios de las coaliciones para la acción, las cuales deberán impulsar el movimiento de jóvenes y OSC en torno a metas aceleradoras para el 2026, ante el gran rezago del Objetivo 5 de la Agenda 2030, el cual está dedicado a alcanzar la igualdad de género. 

Asimismo, la copresidencia de México hizo valer su liderazgo como sede de la primera conferencia mundial de la mujer en 1975, antes de Beijing, de la creación de ONU mujeres, y de la primera década de las Naciones Unidas para la Mujer. En esa fecha se estableció también el objetivo de incrementar la contribución de las mujeres al fortalecimiento de la paz mundial, el cual mantiene su plena vigencia. 

Finalmente, con la designación en 2022 del 24 junio como el Día internacional de las mujeres en la diplomacia (Res 76/269 AGONU), bajo el respaldo de México y de otros 190 países, se reconoció y apuntaló el papel de la mujer en este ámbito internacional, no sólo en la construcción de la paz, sino también por su contribución al desarrollo sostenible, la democracia y la paridad de género. 

No obstante, a pesar de estos importantes logros que ha impulsado México desde 2020, poco se ha avanzado hacia una representación paritaria en las titularidades de embajadas y puestos de toma de decisión en la SRE, lo cual contrasta con el primer lugar que ocupa nuestro país dentro de la OCDE, por contar con una mayoría de mujeres legisladoras, como resultado de acciones afirmativas. 

Un estudio en curso de El Colegio de México revela que, desde 2020, solo el 30% de las mujeres del SEM ocupan puestos de embajadora, cifra que se mantiene sin mayores cambios desde 2019. Mientras que las mujeres en el rango de ministra pasaron del 20% en el 2020 al 22.8% en el 2021, en un cuello de botella que alcanza hasta 8 años en casos notables. Lo anterior, ante la inexistencia de plazas o asignación de las mismas a funcionarios de rangos inferiores o sin experiencia, siendo hombres en su mayoría. 

En este contexto, la llegada de la Secretaria Bárcena a la SRE ha sido vista como una bocanada de aire fresco y ha inspirado a muchas. Se trata además de una funcionaria de talla mundial que, al igual que la entonces Secretaria Green, trae consigo mejores prácticas y experiencia del ámbito internacional y regional.

Cabe por ello reflexionar si el nombramiento y designación de mujeres en puestos de toma de decisión en la SRE, de dentro y fuera del SEM, pudiera fortalecerse con el establecimiento de cuotas, que abarquen también la asignación de plazas en los exámenes de ascenso. Sin duda, ello ayudaría a romper el techo de cristal que persiste desde hace décadas para mujeres diplomáticas comprometidas con nuestro país, y atendería un reclamo vigente de justicia a favor de la equidad.

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